1/4/09

*** XIII ***

Mil imágenes me cruzan la mente en el camino de vuelta: el muerto con mi nombre y su extraño pero notable parecido a una versión no-obesa del verdadero Federico DellaMata; una chica policía, morocha, y descuidada no puede nunca que la tenga dura tanto tiempo; el bigote corrupto del comisario y la barba entrecana del forense.
El río, el tigre, los barcos y los muertos flotando.

Mi trabajo no queda en el camino Comisaría de Avellaneda – Casa. Pero no importa. Decido pasar una hora en departamento que está a dos puertas del bar donde almuerzo mi medialuna con jamón y queso y la leche chocolatada de un litro.
Una vez ahí elijo entre las pocas chicas libres en una calurosa tarde de sábado que me hace sudar como un cerdo. Como siempre. Elijo la morocha más descuidada: me la chupa con cuidado y se gana un par de billetes de propina.

Laura me escribe un mensaje de texto. Está bien, nada más.

Una vez en casa me doy un baño de inmersión en la gigantesca bañera que hicimos instalar el año pasado. El vapor me quita el poco de hambre que queda dando vueltas después de acabarle en la cara a una desconocida poco agraciada.

No hay comentarios: