26/2/09

*** II ***

Tengo una vena, a la altura del párpado. Casi todos los días se me hincha, un rato, a veces sólo algunos segundos. Se hincha y siento que el ojo me late, que en cualquier momento puede explotar. Imagino el ojo rojo, hinchado, a punto de explotar. El humor vítreo salpicado sobre la pantalla del celular.
Si voy al departamento que está a dos puertas del bar, si voy un viernes, el fin de semana siguiente no siento nada, el ojo se me relaja y hasta se me mejora la vista. Pero el lunes otra vez empiezo pensando. Empiezo la semana pensando en todo lo que me gustaría hacer, todo lo que quiero dejar para siempre de una sola vez. Lo que haría si fuera valiente. Tampoco un superhéroe, un poco valiente. Un poco hombre. Verme tan lejos de todos esos planes de una vida mejor, sin mentiras, estúpida esperanza de tonta felicidad.
Tonta.

Verme tan lejos me da asco. Lejos de ser un hombre.

Suena el celular. Hace algunos años era una linda chica del interior que necesitaba plata para pagar sus estudios. Rechazo la oportunidad de verla de nuevo. Aunque le termine pagando, prefiero no ver a nadie. Que nadie me vea.

Me acuerdo muy bien de cómo se movía. Muy bien. Se me puso dura, antes de salir voy a masturbarme en el baño del segundo piso.

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