6/3/09

*** VIII ***

Dentro del placard abro la caja de seguridad, saco el DNI y el pasaporte, por las dudas. Si voy a acreditar mi identidad lo voy a hacer bien. En los dos está la misma foto, de hace unos quince años. Tenía barba y cuarenta kilos menos. Fumaba muchísimo. Detrás de los documentos y al lado de una pila de dólares está la caja de cigarros cubanos que traje de Miami.
Me siento fuerte, no tengo hambre (todavía) y puedo respirar que es un día especial, que lo tengo que aprovechar. Para bien o para mal, se siente como un buen día para fumar.

Salgo a la calle con el cigarro encendido entre los dientes y otro en el bolsillo del saco, el sol me hace transpirar apenas en un instante. Me seco la frente con un pañuelo y sonrío.
En la casa de al lado puedo ver (no VER, pero puedo sentirlo, sé que está ahí) al chiquito que me espía desde la terraza.
Escupo en su vereda y me subo al auto

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